Covadonga, un sitio donde hace aproximadamente 1300 años, el primer monarca del Reino de Asturias:
Don Pelayo, ganó la
Batalla de Covadonga, dando comienzo al periodo de la reconquista.
Desde entonces, este sitio mágico y lleno de poder, ha sido lugar de peregrinación y es una ruta obligada para todo quien se quiera considerar un verdadero Biker Astur.
La historia:
El sábado 28 de septiembre del 2013, nos reunimos a eso de las nueve y media de la mañana, los tres jinetes que queríamos comenzar nuestra conquista de las caleyas y repechos que nos separaban de covadonga.
Toda la semana, refugiados en nuestros respectivos campamentos militares, los tres jinetes (Carlos, Manu y servidor: Dani Linux) habíamos estado pendientes del tiempo, si nos permitiría realizar una batalla limpia o por el contrario nos iba a cubrir el agua. Lejos de eludir la guerra, bajo el plomizo cielo de Gijón, cogimos nuestras monturas y nos pusimos rumbo a la batalla.
La primeras peleas, las tuvimos en el ascenso a
Deva, al
Curviellu, descenso a
Peón por caleya y subida a
La Cruz, donde las primeras pendientes, nos hicieron azuzar a las bestias para poder vencer. En las bajadas, los dos jinetes Carlos y Manu demostraron sus habilidades cuando el terreno se mostraba hostil, fruto de sus salidas con uno de los generales de su división llamado Pantani, en las tierras de Avilés. Yo, al contrario que mis compañeros, me sentía más cómodo cuando las subidas se prolongaban.
Al ascender
La Cruz de Peón, paramos a desayunar. El jinete más veterano, Carlos, se incorporó al reagrupamiento más tarde, pues le estaban llegando noticias de que su señora igual se ponía de parto aunque esperaba que fuera una falsa alarma pues las condiciones de reunirse con su señora en ese momento era muy dificiles.
Seguimos camino de la
Villaviciosa. En
Niévares, una falsa señal nos hizo rodear y ascender unos kilómetros hasta que, gracias a la peripecia de nuestro jinete sherpa Manu, localizamos la ruta de nuevo.
En
Amandi, decidimos abrevar unas cervezas para celebrar las primeras victorias del día.
El día, iba acompañando, entre gotas,cielos plomizos y claros parecía que íbamos a tener suerte librando las batallas sin agua.
Saludando a otros soldados de a pie, charlando entre nosotros y con alguna batalla en suelos de asfalto llegamos a
Sietes. Este lugar, me despertó una ilusión especial debido a que en mi trabajo, mientras no me encuentro batallando, utilizo algo que a
Sietes le sirve como estandarte.
Proseguimos con la ruta y en
Miyares, en el concejo de Piloña, decidmos parar a almorzar en el
Bar Pili. Estábamos algo cansados de tanto batallar por la mañana. Abrimos nuestros zurrones y preparamos el almuerzo. Carlos y Manu abrevaron una segunda poción de Mahou junto al bocadillo de chorizo para darle gasolina a sus piernas. Yo, más cauto, almorcé un sandwich y un bocata pequeño de crema de cacahuete acompañado de un Aquarius.Tras el almuerzo, proseguimos nuestro camino.
Las batallas de por la tarde, se volvían mas feroces. Los repechos del centro-este asturiano le estaban encontrando el punto débil a Carlos, aún así con casta y valentía y sabiendo que su señora la mandaban para casa (pues era falsa alarma) vencía las batallas.
Nos acercamos a
Cangas de Onís,cruzábamos el apeadero de
Ozanes y nos metimos en una pelea de camino al
Romellín, pelea que a nuestro jinete Carlos le dejó físicamente. Las batallas de todo el día estaban pasando factura.
Llegamos a
Cangas de Onís, y quedaba la última batalla, la llegada al
Santuario. Persiguiendo a un enemigo, me perdí del resto del equipo, le di caza y maravillado por el resonar de las campanas de la
Basílica de Covadonga, con la magia de la Santa Cueva, fui llegando a la meta extenuado por la última batalla. Al rato llegó el resto del equipo y juntos le rendimos pleitesía a nuestro rey y mentor: "
Don Pelayo". Misión Cumplida.
Agradecimientos
Quiero agradecer a Manu y a Carlos la grata compañía del sábado. Un auténtico placer caleyar con ellos.
Por supuesto, quiero agradecer a mis compañeros de BTT Repechín porque están consiguiendo hacer de mí un auténtico biker poco a poco con sus enseñanzas y predicando con el ejemplo.